Opinión | El colmo de la confusión: Banderas de España y apoyo a la extrema izquierda andaluza

12.12.2025

Hay personajes que, cuando caen, no tocan fondo: siguen excavando. El protagonista de esta tragicomedia —un ex presentador matinal que cambió el plató por un rincón en decadencia— es uno de esos casos que deberían analizarse en escuelas de periodismo… como ejemplo de lo que no hay que hacer.

Su estilo sigue intacto: las manos temblorosas, la lengua hecha un nudo y ese tono de indignación impostada que antes usaba para endulzar a quienes estaban en el poder. Porque, no nos engañemos, si algo dominaba era la alfombra roja: la extendía para todo cargo que le regalara cinco minutos y una foto sonriente. Era el perfecto anfitrión del poder… hasta que dejó de serlo.

Y ahí comenzó su "reinvención".

Ahora, desde su canal, se dedica a repartir lecciones de moralidad política como si él fuese el último faro de la objetividad. Pero lo suyo no es ideología: es resentimiento reciclado. Pasó de masajista mediático del PP a inquisidor furioso, lanzando ataques contra quienes antes defendía con entusiasmo casi servil. Eso sí, no ha soltado el puro. 

Lo más delirante es su nuevo despertar político. Dice defender la unidad de España con la bandera en la solapa y micrófono, pero segundos después aplaude a la extrema izquierda andaluza y ensalza a movimientos localistas que coquetean con la ruptura territorial. Aplaude al de la foto con Errejón, con catalanistas y todos esos de la izquierda. Un cóctel imposible, un esperpento ideológico digno de Valle-Inclán: nacionalismo español por la mañana, independentismo de barrio por la tarde y radicalismo andaluz por la noche. Todo según sople el viento… o según caigan las visitas del canal, que no van más allá que las de su grupo de whassap.

Y para rematar, construye su discurso apoyándose en páginas sin credibilidad alguna, auténticos vertederos digitales que han protagonizado escándalos recientes por permitir comentarios violentos y amenazas de muerte. Pero a él le da igual: si una página dice lo que quiere oír, ya es "prensa libre".

La coherencia, por supuesto, ni está ni se la espera.

Lo que sí está es la obsesión: atacar al centro y la derecha, santificar a la extrema izquierda local y rodearse de conspiraciones de saldo. Un carrusel ideológico que haría marearse hasta al politólogo más experimentado.

Y mientras él grita en su canal, reclamando pureza democrática y "valores", todos recordamos la hemeroteca: las entrevistas complacientes, los silencios oportunos, la docilidad con quienes antes aplaudía. Y las entrevistas a Paco, su mejor labor. Porque el problema no es que haya cambiado de opinión. El problema es que ahora vende como "revelación moral" lo que en realidad es una pataleta tardía.

Este caso no es política: es un manual viviente de incoherencia.
Un espectáculo triste, sí, pero también revelador.

Porque hay personas que no evolucionan ni maduran…
simplemente se contradicen más fuerte. El 'Guadiana' andalucista puesto en cámara.